lunes, 9 de enero de 2012

HACIENDO HISTORIA EN SINALOA


LA COLONIA

Organización Política

La etapa colonial de nuestra historia corresponde al periodo comprendido entre la conquista y el inicio de la independencia. En esta fase histórica se realizan importantes cambios sociales y económicos que van a contribuir a consolidar las sociedades regionales; se transforman las condiciones naturales de existencia de la población prehispánica y se imponen nuevas estructuras socioeconómicas por los grupos conquistadores.

En estos espacios del noroeste novohispano, y de Sinaloa en particular, el proceso de expansión y conquista es también al mismo tiempo el proceso de fortalecimiento del régimen colonial. Las características que asumen estos cambios van a determinar el curso de los acontecimientos posteriores, así como las formas que determinarán nuestro desarrollo político, social y económico.


PRINCIPALES PROVINCIAS ESPAÑOLAS, NUEVAS FORMAS DE DIVISIÓN TERRITORIAL

Durante el siglo XVII los pueblos que existían en el actual territorio sinaloense quedaron organizados en tres grandes regiones o provincias coloniales.

1. La de Chametla, que se extendía desde el río de las Cañas al Piaxtla y de las estribaciones de la Sierra Madre Occidental hasta el mar. Los pobladores indígenas dominantes eran los totorales, xiximes y acaxes. Las principales poblaciones españolas eran los centros mineros de San Sebastián (hoy concordia), Copala, Pánuco, Maloya, Escuinapa, Chametla, el Presidio de San Juan Bautista de Mazatlán y San Ignacio del Piaxtla.
2. La de Culiacán, que se extendía de3l río Piaxtla al Mocosito y de las estribaciones de la Sierra Madre Occidental al mar. Los pobladores indígenas fueron reducidos a tres grupos: pacaxes, que vivían en los pueblos de Elota, Tabalá, Oso, Tacuichamona, Abuya, Quilá y Sanalona; tebacas, que vivían en Mojolo, Capirato, Badiraguato, Alicata, Morirato y Guatenipa. Los tahues ocupaban los puebl9os de Ayuné, Culiacán, Aguaruto, Mucurimí, Otameto, Yebavito y Navolato, entre otros. La principal población española era San Miguel de Culiacán, que después de haber sido fundada por don Nuño Beltrán de Guzmán cambió de lugar hasta llegar al la confluencia de los ríos Humaya y Tamazula, donde se asentó como capital de la provincia.
3. La provincia de Sinaloa se extendía entre los ríos Mocosito y Yaqui, este último en las actuales tierras sonorenses, y desde la Sierra Madre Occidental hasta el Mar de Cortés o de California. Ocupaba el territorio de la zona sur del actual estado de Sonora y de los municipios de Ahome, El fuerte, Choix, Guasave y Sinaloa.

Las principales villas españolas eran los presidios de San Felipe y Santiago de Sinaloa y El Fuerte de Montesclaros, además de las misiones jesuitas que se fundaron por esta época: Guasave, Tamazula, Nío, Mocosito, Tehueco, San José del Toro, Santa Concepción de Bacam San Jerónimo de Mochicahui, San José de Ahome, San Miguel Zuaque y San Ignacio de Choix.
Como los territorios conquistados por don Nuño Beltrán de Guzmán y Francisco de Ibarra correspondías a expediciones e intereses económicos diferentes, fueron integrados a otras unidades de gobierno más amplias quedando la Provincia de Culiacán, conquistada por Nuño Beltrán, bajo la jurisdicción de la gubernatura de la Nueva Galicia, con asiento en la ciudad de Guadalajara, mientras que las Provincias de Sinaloa y Chametla, conquistadas por Francisco de Ibarra, con el apoyo de su tío Diego de Ibarra, pasaron a depender del reino de la Nueva Vizcaya, con el capital en Durango.


ESTRUCTURA DE GOBIERNO

El establecimiento de misiones y la fundación de villas españolas trajo consigo la implantación de nuevas formas de gobierno. Los españoles impusieron la encomienda, el repartimiento, el corregimiento, así como el ayuntamiento con alcaldes, regidores y oficiales de cabildo.

La encomienda consistía en la adjudicación de uno o varios pueblos a un español para que los protegiera de sus enemigos y les enseñara la religión católica, sin que implicara la entrega de tierras comunales al encomendero. A cambio de esta representación los indígenas encomendados tenían la obligación de pagarle un tributo.

El repartimiento era la distribución de los indígenas para que trabajaran en los lugares que les indicaban los españoles, nombrándose un juez indígena para que ordenara los trabajos y dispusiera la salida de los naturales a las minas, haciendas o salinas.

El corregimiento era una especie de gobernador judicial, o juez, y se nombraba en los pueblos que no estaban encomendados, para que tuvieran una autoridad que resolviera sus dificultades.

Además del pago de tributo al encomendadero o en el repartimiento, los indígenas pagaban tributo al rey de España. Cada indígena casado entregaba una manta de tela; cada diez, una olla de miel y un red de henequén, quedando exentos de pago a las viudas y solteros. Estos productos se vendían entre la población española y su importe se entregaba a la caja real.

La fundación de una villa española traía consigo la elección del ayuntamiento y el nombramiento del alcalde. El alcalde mayor representaba la máxima autoridad y era la cabeza de las instituciones coloniales en una provincia. Se nombraba anualmente y tenía derecho a recibir un salario que le pagaba la Corona Española.

La Audiencia era un cuerpo colegiado encargado de resolver los asuntos de importancia general. Estaba dirigido por el Virrey que era el representante del Rey de España, razón por la cual en él recaía la más alta representación del gobierno en la Nuevo España.

En Guadalajara funcionaba la audiencia de la Nueva Galicia, correspondiéndole a esa instancia resolver los problemas judiciales que se generaban en Sinaloa, lo cual nos aclara muy bien por qué una parte de los documentos que nos permiten entender nuestra historia se encuentran en los archivos de aquella ciudad, asó como en los de Durango.


ORGANIZACIÓN ECONÓMICA: SISTEMA DE TRABAJO

Las comunidades indígenas conservaron algunas formas de gobierno. Una de ellas fueron los caciques, que representaban a los indígenas más importantes de los pueblos conquistados.

La comunidad estaba organizada por familias y cada jefe de ella era responsable del buen gobierno de su casa. Además se nombraban: gobernador, alcalde, alguacil, fiscal, temastián y sacristán.

El gobernador vigilaba que se desarrollaran los trabajos encargados a los indígenas; el alcalde le ayudaba y suplía sus ausencias; el alguacil ejecutaba las órdenes del gobernador; el fiscal organizaba el culto religioso y vigilaba su cumplimiento; el temastián enseñaba doctrina a los menores y el sacristán cuidaba el mantenimiento de los templos y tocaba las campanas.

En las misiones, el sacerdote era la persona más importante; los indígenas trabajaban arduamente y estaban sujetos a una estricta disciplina laboral y religiosa.

Durante la época colonial se desarrollaron las siguientes formas de explotación de la mano de obra indígena:

1. Villas, presidios, haciendas y centros mineros que tenían indígenas repartidos o encomendados.
2. Trabajos reales, como las salinas, donde trabajaban los indígenas para pagar su tributo.
3. Misiones jesuitas, que organizaban a los grupos indígenas para el trabajo y el conocimiento de la religión católica.

Además de éstas poblaciones, donde se controlaba y explotaba la mano de obra indígena, había grupos no sometidos al poder colonial, que vivían recolectando los productos naturales que obtenía a través de la caza, la pesca, así como los que extraían de los pueblos que atacaban.


AGRICULTURA Y GANADERÍA

La agricultura produjo magníficos resultados. La forma de trabajo indígena cambió cuando se introdujeron nuevas técnicas e instrumentos para sembrar, cultivar y cosechar. Se araba con bueyes, bajo el sistema conocido como yunta, y también se sembraba el maíz haciendo hoyos donde se depositaban las semillas que se cubrían de tierra con el pie del sembrador.

En la provincia de Sinaloa se sembraba maíz, calabaza, chile y en la de Sonora algodón y trigo, construyéndose pequeñas obras de hidráulicas para garantizar el riego de cultivos.

Se almacenaba la cosecha para consumirse localmente porque el comercio era raquítico. La Corona Española, deseando impulsar el desarrollo de la agricultura, entregaba tierras y equipos de trabajo a los colonos que iban a vivir en las nuevas tierras conquistadas.

Además de los cultivos mencionados, se introdujeron árboles frutales y plantas de ornato, como la granada, el membrillo, la naranja, el limón, el manzaño, la pera, la parra, el almendro y los rosales, que se desarrollaron exitosamente.

La ganadería se expandió notablemente, encontrándose una gran cantidad de rebaños cimarrones descendientes de los primeros animales que trajo en su expedición de conquista don Nuño Beltrán de Guzmán. En las misiones se enseñaron a los indígenas las técnicas para cuidar el ganado, así como el aprovechamiento de sus derivados, como el cuero, la leche y la carne. El cuero lo curtían y elaboraban una gran cantidad de artículos necesarios en la minería, así como en las faenas domésticas; con la leche se elaboraban quesos, asaderas, mantequilla, etcétera, y con la carne se elaboraba un tasajo, una forma de carne pulpeada que se secaba al son y se salaba para garantizar su conservación, con lo cual podía guardarse y comercializarse en magníficas condiciones


MINERÍA Y EXPLOTACIÓN DE LA SAL

La extracción de sal en las marismas era una actividad conocida por los grupos prehispánicos sinaloenses que vivían cerca del mar. Su desarrollo fue de vital importancia para realizar los intercambios de bienes entre las poblaciones de la sierra, los valles y la costa. Durante la Colonia, esta actividad fue estancada y pertenecía al re de España, quien la administraba a través de empleados especialmente nombrados para ello.

La recolección de sal en Chametla llegó a producir 20,000 fanegas al año y en Ceuta, Altata, el Guayabo y Batumi, también se obtuvieron buenos resultados. La sal se utilizó en la minería para avivar el fuego, haciendo más fácil la fundición del oro y la plata. De las salinas sinaloenses se enviaba sal a Durango a través del sistema de recuas.

Los principales centros mineros que se desarrollaron durante la época colonial fueron:

1. En la provincia de Chametla: Copala, Maloya, San Sebastián (Concordia) y San Ignacio.
2. En la provincia de Culiacán: Cosalá, Conitaca, Imala, Badiraguato, Santiago de los Caballeros y Yacobito.
3. En la provincia de Sinaloa: Bacubirito, Sivirijoa, San José de Gracia, Mocosito y Yecorato.
4. En la provincia de Sonora: Alamos, La concepción, la Cieneguilla, Santa Bárbara, Saracoachi y El Carrizal.

La ley o calidad del oro y plata que se extraían de las minas regionales, era reconocida por las casas acuñadoras de moneda, ya que arrojaba altos porcentajes. La elaboración de monedas fue escasa, y llegó a tener una gran importancia en la economía de las provincias.

El emporio minero dio aliento a grandes riquezas. Sobre él se levantaron escudos y leyendas, siendo así que el joven alférez Francisco Javier de Vizcarra, originario de Vasconia, España, descubrió la mina del Faisán, cuya riqueza llegó hasta el rey de España, quien le otorgó al afortunado el título de marqués de Pánuco. La riqueza de este personaje fue tan importante que a ella se deben las edificaciones de las iglesias de Copala y Concordia, esta última de una exquisita arquitectura barroca.


EL COMERCIO EN EL NOROESTE NOVOHISPANO

“La peculiaridad comercial de las provincias de Sinaloa y Sonora había sido desde siempre su carácter incipiente, con las consiguientes consecuencias de ello, particularmente la de la usura; todavía en 1793 se desconocía el ‘comercio activo’ en todas las provincias internas; se veía sólo el ‘pasivo’, que tenía en la extrema miseria a los pobladores, pues ‘desde un plato hasta el cambray ha de venir de México, pasando antes por dos o tres manos’.”

“En efecto, el comercio se hallaba tan relajado y casi exterminado, que se veía prácticamente sustituido por el ganancioso ‘cambalache’; también el trabajo se pagaba con género, lo cual permitía que fácilmente se engañase al indio; pero a pesar de estos graves inconvenientes, el propio Rodríguez Gallardo pensaba que este tipo de transacción podía persistir mientras no hubiesen medios que propiciasen otra situación , siempre y cuando el cambalache se hiciese sobre la base de géneros muy conocidos por el indio, como bayeta, manta o sayal.”

“La falta de desarrollo comercial se fundaba en primer término, en el hecho de que no existían en la región establecimientos que de manera regular tuviesen productos imprescindibles, tales como carne, manteca o mantas; peor aún, todavía en 1755, en toda la gobernación de Sinaloa y Sonora, existía 15 establecimientos con regular y estable mercancía.

Consecuentemente, resultaba imposible satisfacer las necesidades de una población reducida –es cierto-, pero distribuida en un vastísimo territorio; esto propiciaba que la escasa mercancía se vendiese a precios injustos por excesivos; o bien, ya que tampoco circulaba en forma satisfactoria la moneda, que prevaleciese el cambalache”

El licenciado José Rafael Rodríguez Gallardo, juez pesquisidor y visitador general de las Provincias de Sinaloa y Sonora, con el propósito de impulsar su desarrollo recomendaba en 1750 el establecimiento de las siguientes medidas:

1. Que se concentraran los pueblos que vivían alejados a fin de tener mayor control sobre ellos y poder atender las necesidades que presentaban sus pobladores.
2. Que se pagara en dinero el salario de los indígenas así como el sueldo a los soldados y empleados de la Corona Española.
3. Promover el desarrollo de las actividades económicas que mejor convinieran a cada región, a fin de establecer el intercambio entre las mismas.
4. Mejorar los caminos y establecer rutas de navegación marítima para agilizar la circulación mercantil y abaratar el costo del transporte de los productos regionales, facilitando con ello una serie de transacciones comerciales que favoreciera tanto a los productores como a los consumidores de estas mercaderías.




Organización social: clases sociales y castas

Al igual que en otros lugares conquistados por los españoles, en el noroeste novo hispano la población disminuyo, haciéndose cada vez mas difícil saber cuantos y a que clase o grupo social pertenecían los pobladores de los territorios conquistados.

A pesar de haberse levantado algunos censos por los enviados de la Real Audiencia de Guadalajara, así como por los informes que hicieron los religiosos, nunca llego a saberse con exactitud la cantidad de habitantes que tuvieron esas regiones.
Se estima que durante el siglo XVIII, la población de las provincias sinaloenses era de 30,000 indígenas, que constituían el grupo social dominado y una mínima cantidad de criollos, mestizos y españoles, que integraban el grupo social dominante. En esta escasa población indígena nos indica la dificultad que tuvieron los españoles para obtener las ganancias y riquezas que querían, ya que sin fuerza de trabajo suficiente era imposible que obtuvieran los beneficios deseados.

A mediados del siglo XVIII las provincias de Sinaloa y Sonora contaron con 79 misiones jesuitas y 153 pueblos de visita; además de las villas, pueblos, reales mineros y estancias ganaderas que existían en estas tierras.

En 1750, el visitador don José Rodríguez Gallardo informo que existían 15 villas, 50 misiones, seis alcaldías y cuatro presidios militares, además de los pueblos de visita.

Para el 1765 el obispo de Durango, don Pedro Tamarón y Romeral, decía que las principales poblaciones eran la Villa de San Felipe y Santiago de Sinaloa con 3,500 habitantes; el Real de Minas de Nuestra Señora del Rosario, con 2,459; el Real de Minas de las Vírgenes de Cosalá, con 1,583 españoles y mestizos; El Fuerte de Montesclaros, con 1,866; Mochicahui, con 1,066; San Juan Bautista de Mazatlán, con 996, Charay, con 960, y Chametla, San Javier de Cabazán, Nío, Copala, Sibirijoa, San Miguel de Zuaque, Guasave, Ocoroni, Tamazula, y San Sebastián, con poblaciones de 800 habitantes, mientras Mocosito, Escuinapa, Badiraguato, San Ignacio de Piaxtla y Choix eran pueblos de poca población. En los lugares de mayor importancia vivían españoles, mestizos y mulatos, y eran muy pocos aquellos que estaban habitados exclusivamente por indígenas.

Del cruzamiento de los conquistadores y de los indígenas, fue naciendo una nueva generación que abría de tener una gran importancia para el futuro de las provincias de la Nueva España: los criollos y mestizos, base de la nueva sociedad mexicana. Las castas fueron resultado del cruce de otros grupos de población, sobre todo indígenas y negros.


LAS REFORMAS BORBÓNICAS Y SU IMPACTO EN LA SOCIEDAD SINALOENSE DEL SIGLO XVIII

A mediados del siglo XVII, la vida colonial había cambiado. Las villas españolas, los presidios militares, los centros mineros y las misiones jesuitas se habían extendido por los actuales territorios de Sinaloa, Durango, Sonora, Chihuahua, Baja California y el suroeste de los Estados Unidos de América, en un periodo de conquista de 175 años.

Después de varios intentos, el rey de España firmó en 1767 un decreto ordenando la expulsión de los jesuitas de todos los dominios españoles en América. La ejecución de esta orden Trajo graves consecuencias para las provincias de Sinaloa, Sonora y Baja California, porque se extinguieron los fondos económicos y los bienes de las misiones, destruyéndose en poco tiempo el sistema económico, político y social que había sido impuesto a la población indígena por los misioneros de la Compañía de Jesús.

Otra aplicación de las reformas borbónicas fue la introducción del sistema de intendencias en la Nueva España. De las 12 intendencia aprobadas en 1786, una correspondía a los territorios de Sonora y Sinaloa, la cual se mantendría unida hasta 1831.




EL CAMBIO DE LA CASA REINANTE

En 1700, después de Carlos II, último rey de los austrias, asume la corona española el duque de Anjou, que gobernara con el nombre de Felipe V, primero de los Borbones, implantando una política modernizadora tanto en las costumbres sociales como en la administración del reino. Para la Corona Española, el cobro de los impuestos, la administración de sus bienes y la regulación del gasto, se convirtieron en serios problemas que llegaron a preocupar tanto al rey como a sus principales colaboradores.


REFORMAS ADMINISTRATIVAS

Al arribar Felipe V al trono de España se empezaron a implementar un conjunto de reformas administrativas orientadas a la solución de estos problemas. Estos cambios llegaron a ser conocidos como las Reformas borbónicas.

El proceso de cambio avanzó con relativa facilidad gracias a que para mediados del siglo XVIII se conocía mejor el territorio a gobernar y se contaba con la colaboración de varios empleados que habían logrado desarrollar, con capacidad y habilidad, algunas cuestiones de tipo administrativo. Las principales reformas se aplicaron en el ramo de hacienda, logrando triplicar el monto del impuesto recaudado en pocos años. Se cobraron impuestos por: tributos, acuñación de moneda, navegación, diezmos eclesiásticos, transportación de productos, compra de tabacos, papel sellado, pulque, harina, naipes y azogue o mercurio, muy necesario para la minería. También se reorganizó el ejército, combatió el contrabando, reformó el sistema aduanal, impulsó la fundación de casas acuñadoras de moneda, todo ello para lograr el establecimiento de un aparato administrativo y fiscal eficiente y poderoso.

Don José Gálvez recibió de manos del rey Carlos III, el nombramiento de visitador general de la Nueva España y con ese cargo implantó las nuevas medidas administrativas. Visitó e inspecciono las principales villas del virreinato. En 1768 inició su recorrido por las tierras del noroeste novohispano, después de haberle enviado al rey un proyecto para organizar la Comandancia General de la Provincias Internas, en la cual quedaban comprendidas las provincias de Sinaloa y Sonora.

Cuando visitó Baja California, Sonora y Sinaloa, se dedicó a pacificar a los grupos indígenas rebeldes y organizar la administración colonial. Ordenó el combate contra los grupos indígenas rebeldes y una vez pacificados les ofreció tierras y aperos de labranza para que trabajaran y vivieran en paz.

El proyecto de organización de la Comandancia General de las Provincias Internas implicaba una nueva forma de distribuir el gobierno del territorio conquistado.

Para hacer eficiente el control colonial, se propuso el establecimiento de un sistema de intendencias en lugar de reinos o provincias. Carlos III, rey de España, aprobó esta propuesta el 22 de agosto de 1776 y al año siguiente se eligieron las Provincias _Internas de Occidente, tocándole a Sinaloa y Sonora formar la de Arizpe y don Teodoro de Croix se su primera autoridad.


PRIMERA FASE DE LA CONQUISTA DE SINALOA. MILITARES Y POLÍTICOS, 1520-1600

LA CONQUISTA Y LA COLONIZACIÓN que los españoles emprendieron en territorios del noroeste fueron acontecimientos que, por diversos motivos, derivaron de los sucesos ocurridos en el altiplano central de México. Entre 1521 y 1524, Hernán Cortés y los capitanes de su grupo conquistaron Tenochtitlan y el área del altiplano donde los mexicas habían impuesto su dominio sobre distintos grupos indígenas. Luego surgieron enconados conflictos entre los vencedores que obligaron a Cortés a viajar a Europa para entrevistarse con el emperador Carlos V, quien también reinaba en España con el nombre de Carlos I, y justificar su conducta, muy denigrada por sus enemigos políticos. Entre los mayores opositores a Cortés se encontraba un capitán castellano que se hacía llamar el "muy magnífico señor" don Nuño Beltrán de Guzmán, llegado a la Nueva España en 1526 con nombramiento del emperador para gobernar la provincia de Pánuco en la costa del Golfo de México. Había nacido en la ciudad de Guadalajara hacia 1490 y venía a las Indias decidido a conquistar la riqueza y la gloria. Era importante la influencia de Nuño en la corte de Carlos V, porque en 1528 el emperador lo nombró presidente de la primera audiencia que se instaló en la ciudad de México. La gestión de Nuño de Guzmán al frente de la audiencia se caracterizó por las arbitrariedades que cometió con los indígenas y por la hostilidad en perjuicio de los amigos de Hernán Cortés.

Antes de narrar lo que los españoles hicieron en el noroeste, conviene señalar algunos puntos sobre la manera como se disponían y realizaban las empresas de conquista en el siglo XVI. Una expedición de conquista era una empresa privada que organizaba algún hombre rico y poderoso, que había obtenido del rey dicha concesión y había aceptado o "capitulado" con él las condiciones que se le impusieran. El organizador de la empresa, que con frecuencia era su capitán militar, convocaba a otros particulares que quisiesen enrolarse en la expedición. Los hombres ricos que participaban en ella aportaban algo del capital necesario, ya fuera en metálico, en soldados, en armas, en caballos, en bastimentos o con su propia persona en calidad de soldado; en cambio, los más pobres sólo contribuían con su persona. En esta empresa no se pagaba salario a los expedicionarios, pues la ganancia estaba en el despojo de los indios vencidos: lo directamente arrebatado y el producto de las exacciones que sobre ellos se imponían. El rey de España se arrogaba el derecho de recibir la quinta parte del botín.

El reparto de las "utilidades" obtenidas se hacía conforme a lo que cada socio había aportado, así que a los más ricos y poderosos tocaba lo mejor del botín y los pobres recibían casi nada. Los organizadores debían calcular con prudencia si obtendrían suficiente botín, porque en caso contrario no había quién se enrolara en la empresa o había el peligro de rebeliones de soldados inconformes y defraudados. Consumada la victoria militar sobre los indios, el caudillo recibía el título de gobernador de los territorios conquistados y debía organizar su administración en beneficio de los socios de la empresa. Al principio se acostumbraba repartir a los mismos indios como esclavos de los conquistadores, pero el rey reprobó este procedimiento. También se asignaban tierras, aguas, montes y, en general, todo lo repartible, y se "encomendaba" a los indios. La encomienda fue un procedimiento que benefició mucho a los conquistadores; consistió en que se concedía a particulares el derecho de recibir tributo y algunos servicios personales de las comunidades indígenas que les habían sido encomendadas. La encomienda era vitalicia y se podía heredar por dos o más generaciones. Cuando quedaba sin encomendero, la comunidad indígena tributaba al rey de España, es decir, a la Real Hacienda, institución encargada de administrar los bienes del rey. Posteriormente, cuando decayó la población indígena a causa de las epidemias, se estableció el "repartimiento", que consistía en obligar a los indios a trabajar en servicio de un español por un tiempo determinado y mediante el pago de un salario.

La encomienda y el repartimiento funcionaron mejor donde había una organización indígena, donde los indios ya estaban acostumbrados a tributar y a trabajar en servicio de otros, es decir, cuando el español venía a sustituir a un señor indígena, antiguo beneficiario de las exacciones. Por medio de estos mecanismos se iba extendiendo y consolidando el dominio de los españoles, que para 1530 ya comprendía todo el altiplano central de México.

· Las conquistas de Nuño de Guzmán
· Las exploraciones marítimas
· Culiacán y Chametla después de la guerra de conquista
· Y al norte del Río Mocorito ¿qué pasaba?
· Francisco de Ibarra y el Reino de la Nueva Vizcaya
· Nuevos intentos de los españoles por dominar la provincia de Sinaloa
· Las provincias conquistadas a fines del siglo XVI


CONSOLIDACIÓN DEL DOMINIO ESPAÑOL Y CRISIS DEL SISTEMA MISIONAL, 1700-1767


EL PROCESO HISTÓRICO del noroeste novohispano en el siglo XVIII como el de otras regiones de la colonia, avanzó hacia la consolidación del dominio español que, de manera general, se revela en los siguientes aspectos: aumento de la población no indígena y de sus actividades económicas, con el consecuente incremento en la producción de plata, así como en el perfeccionamiento de los mecanismos para la organización y sujeción de la sociedad por parte del gobierno. Junto con estos hechos se observan otros que parecen contradecir la apreciación anterior, como el aumento de las rebeliones de los indios en las provincias de Sonora, Ostimuri y Sinaloa y la crisis generalizada del sistema de misiones de jesuitas en las mismas provincias; sin embargo, los signos del descontento de los indígenas también son una señal de que sufrían mayores injusticias por parte de la población no indígena, y la desaparición de las misiones también manifiesta que el gobierno colonial asía con fuerza las riendas del poder.

· La reorganización administrativa de las provincias
· La población
· La economía
· La crisis del sistema misional




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